viernes, 27 de diciembre de 2013

La gran interacción

Todo puede ser muy simple, y todo puede ser muy complicado. Yo no sé mucho de casi nada. En general, yo no sé mucho. Sin embargo, sé unas cuantas cosas. Puede que mi problema sea que mi mente(aquello que sea, que dicen que es, o aquello que cada uno imagine que es), como mi cuarto, este desordenada. También el mundo está bastante desordenado así que prefiero no tener remordimientos de conciencia y malos pensamientos hacia mi mismo por ello. Cuando pienso, perdón, cuando quiero decir o hacer algo, necesito las palabras. De las corrientes que más me han calado de entre las que he estudiado en esta carrera son aquellas que simpatizan con el Interaccionismo Simbólico. Así que, de donde quiero partir es de que “los seres humanos actúan hacia las cosas en función de los significados que las cosas tienen para ellos” (Blumer). Dado esto, hay que obviar también que esos significados son volubles, como el agua, fluyen, en las interacciones. Esto justifica mi desorden, justifica, de hecho, al menos para mi, todo el desorden. Dado que aquello que entiendo como interacción es todo. Cuando digo todo me refiero a todo. Todo lo que vivo, todo lo que aprendo, todos mi tiempo de vida, despierto y dormido, para mi, así a vote pronto, forma parte de La gran interacción. Toda la vida en el planeta es una gran interacción constante, alocada, incontrolable, fortuita, inconmesurable.
Siento si soy un poco farragoso escribiendo. Intentaré recuperar el hilo. Como decía, cuando quiero decir o hacer algo (interaccionar activamente) necesito palabras. Sin embargo esas palabras no son cosas, quiero decir, en principio, no son corpóreas, físicas. Así que no están metidas en un baúl, no están organizadas. Sencillamente tengo conexiones entre palabras, esas conexiones intuyo que son meramente arbitrarias. A veces cuando no recuerdo una palabra pienso en otras que tienen una sonoridad parecida, las digo en alto, y son absurdas, quien está a mi lado frunce el ceño con desconcierto, sin embargo, acabo sacando la palabra que quiero a partir de otras que pertenecen a distintos mundos simbólicos. Así que todo está muy desordenado y el hecho de que algo suceda, de que consiga decir lo que estoy pensando, es muy fortuito, en ocasiones nos atascamos porque no conseguimos hacer llegar el mensaje, desistimos, nos distraemos y a los pocos minutos la palabra viene a nuestra mente, a vece a tiempo, a veces a destiempo. En otras ocasiones, pensamos algo en un punto de el espacio. Por ejemplo, pienso algo mientras estoy cagando pero no puedo levantarme e ir a decírselo a mi amigo que está en el salón hasta que termine de hacer mis necesidades, así que me olvido por un momento de lo que había pensado y a continuación voy al salón. Al llegar al salón no soy capaz de recordar lo que quería decir, resignado desisto, pero como se me había olvidado algo en el baño, regreso, y al estar en el espacio físico en el que la idea se me ocurrió, la puñetera idea vuelve a abrirse paso entre toda la morralla perceptiva a la que como todo ser vivo tengo que hacer continuo caso, y como ya no estoy con los pantalones bajados y el culo lleno de mierda, puedo volver ligero al salón con mi idea retenida. Así de absurdo y aleatorio es todo. No quiero decir nada más al respecto ahora mismo, salvo que, tengo que reconocer que perfectamente podría levantarme en mitad de mi cagada, sacar la cabeza por la puerta del baño y gritar mi idea, incluso podría ir al salón a pasitos cortos para asegurarme de que la otra persona puede escucharme con claridad. Sin embargo, surge de nuevo el problema de la morralla perceptiva. Aparecer en el salón, desnudo de cintura para abajo, resultaría tan desconcertante que la otra persona apenas podría prestar atención a mi idea. Esto es un problema clave, porque lo cierto es que todo este desorden está mediado culturalmente por innumerables convencionalismos, muchos de ellos arbitrarios, aleatorios. Dejaré el beneficio de la duda para no decir que todos los convencionalismos son arbitrarios, y la dejaré porque entiendo que existen secuencias lógicas inapelables. Por ejemplo, para hacer una tortilla primero hay que romper los huevos, es imposible hacerlo al contrario. Puede que la tortilla como tal, como plato típico español, sea un convencionalismo, un significado compartido, incluso puede que haya diferentes desarrollos posibles para hacer una tortilla, pero aun así, en todos los casos uno debe primero romper los huevos y solo después podrá hacer la tortilla y solo cuando la tortilla esté preparada podrá ser comida.
Así que todo, toda la vida, es un gran desorden convencional, voluble, fortuito. Y dado esto nos vemos en la obligación de tenerlo en cuenta. Aquello que suceda en la vida de cada uno depende de muchas cosas, pero entre esas cosas están las decisiones que cada uno tome en cada momento. Sin embargo, esas decisiones también son desordenadas y fortuitas, algunas de ellas basadas en secuencias lógicas, pero, son secuencias lógicas inscritas en un desorden convencional. Así que, no tengo muchas opciones. Si tengo suerte, mi interlocutor, que me conoce y sabe que en ocasiones aparezco semidesnudo en el salón, hará caso omiso a mi desnudez y se centrará en mis palabras, o, en caso contrario, si decido esperar a limpiarme y subirme los pantalones, tendré suerte si consigo retener la idea o si al volver al baño vuelve también conmigo la idea. Es complicado, lo sé, y soy farragoso, lo siento.
A donde quiero llegar es a que como sujetos interactivos tomamos decisiones fortuitas basadas en los límites de lo que consideramos posible, o de lo que conocemos, o de lo que en un momento concreto somos capaces de recordar dentro de aquello que conocemos o creemos conocer.
Otro de mis asuntos problemáticos es que, he leído muchos textos de diferentes autores y eso quizá ha creado un poso, como el del café, en el fondo de mi taza, tarra, cabeza, mente, memoria. ¿Se entiende lo que quiero decir? Todo resulta una gran metáfora continuada en el lenguaje humano. Toda nuestra inteligencia, nuestro raciocinio, nuestro cúmulo de experiencias no es más que una metáfora. Una metáfora muy compleja, por supuesto. Entonces yo, he leido. Y, además de lo que he tenido que leer para aprobar las asignaturas, he leído también otros libros por propio interés. Sin embargo, a la postre, no soy capaz de considerarme apenas un poquito sabio, o libre, o superior a nadie. Y esto es solo una intuición, porque conozco a personas que manifiestan verbalmente ser más que otras personas, tener algo especial por el hecho de haber pasado por la universidad. Yo, en muchas ocasiones, más que beneficiado me siento lastrado. Lo que se supone que debería ser mi perspectiva sociológica en muchas ocasiones me impide empatizar con mis congéneres. Además de esto, otro mal sabor de boca, entiendaseme, otra mala sensación que me acompaña es que, muy en relación con lo anterior, me siento desilusionado porque yo suponía que estudiando conseguiría esclarecer lo que es dado en llamar perspectiva crítica. A estas alturas, ¡quizá! Posea yo en mi poso algo de criticismo, pero en general, tengo la sensación de que los ambientes simbólicos universitarios, los convencionalismos estructurales que guían el desarrollo de la acción, el devenir universitario, el flujo de aprendizaje, está profundamente atascado. Me he aburrido tanto en clase que apenas he ido. He aprobado un montón de asignaturas haciendo auténticas bazofias intelectuales. He sufrido desánimo profundo. ¡Lo sé! Esto solo es mi situación personal. Otras personas quizá se sientan mucho más cultivadas, llenas, especiales, nutridas, muchas otras personas seguramente sientan que han aprovechado sus años de universidad. Y yo camino con una espinita clavada en el lomo. He picoteado, en los diferentes textos de las diferentes asignaturas, temas muy diferentes, ¿Por qué siento yo esto así como lo siento?¿Porque siento que hay amas de casa de saben más de filosofía que los barbudos del siglo XIX? Hay en las ciencias sociales mucha de esa morralla perceptiva, convencional, histórica que lastra y ralentiza cualquier desarrollo humano.
Y ahora, llegados a este punto quisiera confesar que yo nunca he votado en ninguna de las elecciones que el Estado Español me ha permitido hacerlo. No lo he hecho porque he tenido profundas reservas en relación al significado de ese símbolo. Por lo mismo he faltado a tantas clases, porque tenía grandes reservas en relación al significado de ese símbolo. Se podría argumentar, ¡mejor es aprovechar lo que hay, por malo que sea, que perder el tiempo negando! ¡Quizá he sido demasiado crítico!¡Demasiado niñato! Lo único que puedo decir en mi favor es que me aburría soberanamente la estética, la forma de abordar, en muchas ocasiones también los contenidos. Y el aburrimiento es de los peores enemigos. Pero, una vez más, me gustaría seguir con lo que quería decir. Yo nunca he votado porque tenía serias reservar para hacerlo. No me convencía, me parecía, y me parece, una pantomima, una patochada, una mofa, una carcajada en nuestras caras.
Quizá eso es de las pocas cosas buenas que he reforzado leyendo sociología a capítulos sueltos inconexos. Por lo que he podido entender, capitalismo y Estado van de la mano. No quiero ponerme aquí a teorizar nada. Solo quiero dejar caer una cosa. Entiendo que los convencionalismos son muy poderosos, que median nuestras decisiones, nuestras percepciones del mundo. E, igual que no sé si llegará el día en el que sea aceptable que salga del baño con el culo lleno de mierda y los pantalones por los tobillos, no tengo nada claro, no hay ningún indicio que me asegure, que la gente dejará de votar, de creer que ese símbolo tiene sentido, que les dignifica, que dignifica a su simbólico país. ¡El mundo es un gran desorden mundial! Tengo que reconocer, de todas formas, que las consignas más neutras y más exitosas son: QUE SE VAYAN TODOS, POLITICOS CORRUPTOS /BANQUEROS USUREROS. Y cosas por el estilo. Sin embargo, todos seguimos votando, todos seguimos dejando que los bancos nos la claven. Estado y Bancos son amiguitos. Entonces, nosotros, el resto de pringados, somos directamente gilipollas, cobardes. ¡Y es normal! No es fácil divorciarse, divorciarse es un acto de valentía, de dignidad propia... Pero aun así, a pesar de todo, tengo muchos amigos que sé que van a votar a la izquierda en las próximas elecciones. Pensarán, claro, que el reformismo de la izquierda hará del mundo un lugar mejor, poquito a poquito... pensarán, mejor es tener algo que no tener nada. Sin embargo, ¿Qué ganamos si la izquierda progre hace cuatro reformas para calmar la frustración generalizada? Es otra estrategía más para ganar las elecciones, ¿Y después? Los productos seguirán viniendo de China, el petroleo seguirá subiendo de precio, el sistema de pensiones seguirá siendo insostenible, y todo está inscrito en ese desorden mundial capitalista inhumano. ¿Qué sentido tiene votar a la izquierda en un país en mitad de todo este meollo? Me parece iluso teniendo en cuenta las grandes fuerzas que operan y convencionan el estado de las cosas. Parece que la gente votara para quedarse tranquila consigo misma. ¡Yo no voté al PP así que no me mires mal! Incluso aunque el PSOE democratice sus bases, incluso aunque cambiaran alguna pequeñas cositas, seguiríamos siendo participes de muchas cosas feas.
Me resulta patético. Por otro lado, no quiero parecer pretencioso, yo soy un pringado más. Yo estoy en un país ajeno, trabajando por cuatro duros... yo estoy en el mundo. Y siendo sincero no quiero vivir así en el futuro, pero, lo reconozco, no sé cómo ostias voy a hacer para dignificarme en ese futuro, para poder mirarme en el espejo y no darme lástima. Porque doy por hecho que muchas personas obvian el asco y la repugnancia que se tienen a si mismas, y a sus jefes. Viven con ello... como con otras tantas cosas.
Por último, quería compartir aquí un link que es una entrada de un blog que publica desde la pagina web del periódico Público. La entrada se llama “Diez señales inequívocas de que España está viajando hacia el pasado”. De entre las señales que destaca yo destaco la energía y el cemento. Entiendo que las necesidades básicas, son necesidades básicas. Sin embargo, me da la sensación de que la gente sigue viviendo con ese sueño progresista, ilustrado, capitalista, derrochador y es a eso a veces a lo que se llama necesidades básicas. Si yo puedo calertame de una manera infinitamente más económica y menos dañina con el medio ambiente, ¿soy indigno porque no utilizo gas natural? Estoy en Escocia, veo a peña en manga corta, en pantalon corto, a 27 de diciembre que estamos hoy, y aquí en realidad no hace especialmente frío, eso si, llueve mucho. A donde quiero llegar es que la propia sensación de frió es un convencionalismo. Las necesidades son creadas (muchas de ellas). Y me parece mucho más importante y fructífero dejarnos de mierdas y empezar a reconocer que ese sueño es un lastre brutal. El otro ejemplo es el del ladrillo... qué puta mierda queremos construir, qué piso o casa queremos comprar... Somos gilipollas. Otra de las señales habla de que la gente ahora intenta reparar los electrodomécticos en vez de comprar uno nuevo. ¡Ostias! ¿Pues no es eso mucho más sensato y consecuente?
En resumen, muchas de las cosas que son consideradas como dignificantes son una auténtica bazofia. ¡El trabajo dignifica los cojones! Ir a la universidad tampoco lo hace, comer comida cara del supermercado, enlatada, malos productos, cosas baratas que son caras, puta mierda de comida, y beber alcohol cada fin de semana, el teatro de que unos sean clientes y los otros sumisos, dóciles, camareros uniformados dispuestos a servir educadamente y sonriendo con auténtica falsedad,y otras mil millones de cosas, ¡Todas queremos que nos sirvan! Eso es el sueño ilustrado, adquirir los privilegios (derechos privados) de los nobles, pero solo la cáscara, nadie quiere ser realmente noble en el otro sentido, en el sentido que Ortega y Gaset habla en “La rebelión de las masas” . En definitiva no aparecer en el salón con los pantalones por los tobillos y una gran idea en la cabeza, lo cual en un momento dado sería mucho más noble que lanzar la idea por el retrete. Para mi es frustrante porque hacer eso sería poético, creativo, divertido, realmente enriquecedor, sería quizá también absurdo, rompedor, pero en el fondo es todo tan aburrido que es lo único que le pido a la vida que aparezcan personas que hagan cosas inesperadas.

Como ejemplo, ya para cerrar diré que... ayer estuve trabajando diez horas, porque aquí en Escocia el día que las familias comen juntas es el 25 y no el 24 como en España. Al finalizar la jornada, solo estábamos mi jefe y yo en el restaurante. El me ofreció llevarme a casa, no es que viva excesivamente lejos, pero fue un día muy ajetreado y además está bien que me lleve, es un ratito solo con él en el coche y yo siempre intento aflojar la relación, porque no quiero que siempre sea conmigo así de tieso... todo esto con las dificultades que el idioma me pone. Cuando estábamos ya en mi calle, me pregunto que si estaba solo. Estoy solo, llevo solo cerca de dos semanas enteras. Me preguntó que hasta cuando, y me preguntó que si podía llevarse a una tía a mi casa para follar. Yo me descojonaba porque no me esperaba que me fuese a venir con esas. Es un hombre siempre enchaquetado, casado y con una hija y un hijo. No sé que pensaría otra persona, pero yo estoy aquí solo y aburrido y este espacio muy inutilizado. Le dije que si me daría pasta, me dijo que cuanto quería, le dije que me daba igual, que la voluntad, le dije que qué hacía yo mientras el estaba ahí, y el me dijo que yo estaría en trabajando, que solo era para un par de horas. Entonces me preguntó si podía verlo, yo me seguía descojonando, pero nos bajamos del coche y le enseñé el piso. Le gustó porque este piso es amplio y no tiene mala facha del todo. Le enseñé la habitaciones, la cocina, el salón y el baño, le dije la habitación que podría usar. La habitación no es la mía, por supuesto, pero mi compañero de piso procedente de Republica Checa, un chaval un poco capullo que no me cae del todo mal pero tampoco del todo bien, no vuelve hasta el cinco o seis de enero y ha dejado la habitación muy recogidita, la cama sin sábanas y demás, de tal manera que la habitación parece nueva. Es lo más divertido que me ha pasado desde que estoy solo. Dejarle a mi jefe una habitación para que folle con alguien que no es su esposa, no se si con una amante o con una prostituta, y además me llevo algo de pasta. Puede que sea un poco miserable por mi parte, pero pienso que me viene bien el dinero, pienso que si acaso miserable será el hecho de que él se rebaje a pedirme esto, si es que hubiera que considerar esto una bajura, quizá es mejor considerarlo como naturalidad, incluso puedo entender que le aburre follar siempre con la misma mujer. Todo son parte de esos intercambios simbólicos que se repiten de forma incesante y aburrida así que de vez en cuando prefiero rozar esos límites desconocidos que me pueden llevar a sitios insospechados. Sé que si mi jefe se viene a follar a mi casa nuestra relación cambiará y eso es muy pero que muy divertido y nutritivo para mi.¿Qué podría hacerme rechazar su propuesta, la decencia? Y esto es todo por hoy.



Publicación a la que hacía referencia http://blogs.publico.es/strambotic/2013/12/back-to-the-past/

martes, 24 de diciembre de 2013

Novidad

Hoy es 24 de Diciembre de 2013. 
Llevo una semana y dos días solo. Mis únicos contactos humanos reales, físicos, presentes, son en el trabajo, y cuando gasto el dinero que gano en el trabajo en la tiendas y supermercados. Es cierto que en el trabajo se percibe cierto cariño y simpatía con mis compañeras. Pero no más. 
Por lo demás, paso horas sentado delante del ordenador, y me relaciono virtualmente con algunos amigos y familiares. Total imposibilidad de abrazos y besos. Paso también horas leyendo torpemente textos y más textos sociológicos sobre diferentes temas. 
Hasta ahora no he hecho ninguna entrada en este blog. A partir de ahora comenzaré a hacerlas. Puede que algunas de ellas se refieran únicamente a mi pasado cercano, aquí, estos meses, en Paisley, una ciudad posindustrial de la periferia de Glasgow. 
Siento cierta ansiedad, cierto miedo. Nunca había estado tan solo, tanto tiempo. Mis compañeras de piso no volverán hasta mediados de enero. Aun me quedan al menos tres semanas de soledad. Espero ser fuerte.
No he vuelto a casa por navidad porque a finales de enero iré a España por mis exámenes y no me parecía sensato hacer dos viajes tan cercanos en el tiempo. Trabajo en un restaurante y obviamente la navidad es temporada alta. Aquí sirvo para algo, aunque trabaje sin contrato por una miseria la hora.
Quiero hacer entradas en relación a todo esto, resaltando diferentes aspectos de las realidades que he percibido aquí. Procuraré referirme especialmente a sutilezas sociales y sociológicas que estructuran mi realidad, pero no quiero separarme en ningún momento de mi experiencia personal. No quiero hacer ciencia, solo limitarme a detallar mi experiencia. Un joven español trabajando en Escocia.